La semana pasada una pequeña noticia de ámbito local llegada desde el interior de Estados Unidos, ilustró a la perfección la utilidad y eficacia de las medidas de seguridad tomadas contra el COVID en la reapertura de negocios. Más concretamente, la noticia explicaría por sí sola la importancia práctica del uso de la mascarilla en negocios como las peluquerías, que implican la forzosa proximidad entre cliente y empleado.
La nota, que se publicó en medios de pequeña tirada como Today o Anchorage Daily News, explicaba el caso de un salón de peluquería franquiciado situado en Sprinfield, la tercera ciudad más poblada del estado de Misuri (con 160.000 habitantes). La franquicia, llamada Great Clips, cuenta con múltiples salones diseminados por el este de los Estados Unidos.
La decisión de la reapertura de estos negocios tras la cuarentena, recayó en los gobernadores de cada estado, y por lo que puedo leer Misuri (un pequeño estado de 6 millones de habitantes) fue uno de los primeros en permitir la actividad en las peluquerías. Vamos ahora con la noticia.
Al parecer, en la citada franquicia de Springfield una de las empleadas (infectada sintomática) atendió a múltiples clientes mientras tuvo COVID-19, si bien en todo momento portó mascarilla y siguió el resto de recomendaciones con sus clientes. Esta primera empleada, atendió a 84 clientes antes de que su caso fuera detectado, sin que al parecer hubiera contagiado a ninguno de ellos. A quien si contagió durante uno de los descansos (cuando las medidas se relajan) fue a una de sus 6 compañeras de trabajo. Esta segunda peluquera, atendió a su vez a otros 56 clientes, poco después de resultar infectada.
Entre ambas trataron pues a 140 personas, y según informan las autoridades sanitarias del condado de Green, una vez superado el período de incubación de 14 días, ninguno de estos clientes ha resultado contagiado. Además de forzar las cuarentenas de todas esas personas, las autoridades realizaron 46 test, todos los cuales resultaron negativos.
Al mismo tiempo, se realizaron estudios de trazabilidad sobre otras 400 personas que visitaron la franquicia durante los turnos de trabajo de ambas peluqueras, aunque no fueran atendidas directamente por ellas. Ninguna de ellas resultó contagiada, siempre según datos oficiales del servicio sanitario del condado de Green.
Está claro pues, que el uso profiláctico de la mascarilla, acompañado con la aplicación de hidrogeles para las manos, protectores faciales, etc. realmente protege del contagio. Esto es así incluso en locales cerrados y en actividades en las que resulta inevitable la proximidad física entre personas.
Puede que las conclusiones que se extraen de esta noticia no tengan ninguna validez científica, pero ilustran bien a las claras (y de un modo práctico) la eficacia de las mascarillas a la hora de evitar que las pesonas infectadas contagien a otros a traves de su respiración.
Por desgracia, leo también que la franquicia en la que ambas trabajaban ha sufrido acciones de boicot por parte de algunos desalmados. Lamentablemente la ira irracional es un “virus” para el que no existen medios de contención sencillos de aplicar (más allá de la educación, que lleva su tiempo y no asegura el éxito en el 100% de los casos).
Sin duda es una pena que en Europa la población no tuviera acceso a las mascarillas durante las primeras fases de la pandemia, cuando además los estados ni siquiera recomendaban su uso. Por desgracia, todos hemos ido aprendiendo sobre la marcha las formas en que la COVID-19 expandía su influencia letal, y el modo de enfrentarnos al coronavirus.
Si hay rebrotes, todo lo que hemos aprendido sobre las mascarillas jugará ahora a nuestro favor.
Según datos actualizados, el estado de Misuri ha contabilizado 17.590 infectados y 955 fallecidos desde el inicio de la pandemia (8 de ellos en el condado de Green).
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