San Pablo, Brasil, 18 de junio de 2020 (AFP).- San Pablo está reanudando su actividad económica, pero en algunas calles de la metrópoli más grande de Brasil la sucesión de cortinas de hierro bajas da cuenta del impacto del coronavirus: los comerciantes han cerrado definitivamente.
Muchos negocios no tenían fondos suficientes para soportar el congelamiento de la actividad durante tres meses y no volverán a abrir después de que pase la emergencia sanitaria.
Sao Paulo, la capital económica de Brasil, con 12 millones de habitantes, alberga el 40% de las pequeñas y medianas empresas del país. La enorme cantidad de restaurantes y bares, con sus mesas en las aceras, dieron vida a la megalópolis… hasta la pandemia.
En el distrito de Vila Madalena, uno de los más concurridos en tiempos normales, el golpe ya es visible y la pandemia aún no está controlada: aproximadamente uno de cada cinco locales lleva un letrero que dice “En alquiler” o ” Se vende”.
Bares, discotecas, salones de tatuaje, manicura o peluquería: la mayoría de las pequeñas empresas en este distrito no forman parte de las actividades calificadas de esenciales y no pueden operar a través de ventas en línea.
Sin clientes desde marzo, han tenido que cerrar.
Es el caso de Graziela Magliano, una paulista de 47 años que hace siete lanzó su salón de belleza, confiada en que un buen servicio y productos de alta calidad atraerían una demanda creciente de productos naturales por parte de los consumidores.
Se trataba en realidad de un nicho que ya tenía una audiencia reducida antes de la pandemia.
Graziela tenía pocos ahorros y le era imposible pagar los 8.000 reales (aproximadamente 1.500 dólares) por la renta del local y los salarios de sus tres empleados sin recibir clientes.
Tras el anuncio de las primeras medidas de cuarentena por parte del gobernador del estado de Sao Paulo, Joao Doria, decidió cerrar definitivamente. “Me asustó porque no sabía en qué se convertiría mi sector después de la crisis (…). Ni siquiera traté de solicitar un préstamo porque no quería salir de esta pandemia endeudada”, dice, mirando la casa blanca donde funcionaba su negocio.
“Todavía no tenemos la cifra exacta de compañías que no reanudarán sus actividades, pero calculamos que será alrededor del 20% del total”, señaló Carlos Melles, presidente de la Asociación Brasileña de Asistencia a las Pequeñas y Micro Empresas (SEBRAE).
Ingresos recortados
¿Qué aspecto tendrá, después de la pandemia, esta ciudad gigantesca y vibrante, a veces comparada con Nueva York, capital de un estado que llora más de 11.000 muertes por Covid-19 y es la mayor fuente de contaminación de Brasil?
“Los empresarios brasileños tendrán que reinventarse, los empleos estarán en el sector de servicios, como los de ayuda a ancianos. También ha habido un aumento en el comercio en línea”, dijo Melles.
Raimundo Jerónimo y Federico Prim conversan en la puerta de sus respectivos locales gastronómicos, uno pegado al otro.
El primero abrió un típico bistró brasileño hace 15 años, con el que recaudaba antes de la pandemia entre 1.500 y 2,000 reales (entre 250 y 340 dólares) diarios, en promedio.
“Ahora gano el 15% de eso, lo suficiente para pagar algunas facturas. Todavía puedo cubrir el alquiler porque el propietario lo ha reducido a la mitad”, dice, aludiendo a una práctica que se ha extendido en las grandes ciudades para permitir a los inquilinos superar el peor momento de la crisis.
“Pero si esto continúa es posible que no pueda aguantar financieramente”, agrega.
“Esperemos que las áreas de ocio, los bares callejeros, que dieron su identidad a Sao Paulo, vuelvan… Pero llevará tiempo, no antes del año que viene”, arriesga Federico frente a su pequeño bar, completamente vacío.
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